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Sí, sí, sí. España despierta del letargo: los jóvenes (de espíritu) españoles se mueven, se retuercen, se agitan, protestan y salen a las calles. Y si es necesario acampar, se acampa. Y, si hay que gritar, se grita. Al fin hemos comprendido que desde el sofá de casa no se puede cambiar el país.
Madrid vuelve a ser la ciudad que todos esperábamos. Abandera la revolución (no, ya no me ruborizo al decirlo) y tira del resto del país. Se convierte en el altavoz de los mensajes que circulaban por todas las esquinas pero que carecían de los decibelios suficientes para llegar al Congreso. Todos a una: no confiamos en los grandes grupos políticos ni en sus representates, ni, yendo más allá, en esa clase de personas que gastan 3.000 euros por una noche en la suite de un hotel de cinco estrellas mientras deciden si necesitamos que nos rescaten. ¡Que nos dejen rescatarnos a nosotros mismos! No es solo una cuestión de indignación, sino de sentido común, de cordura, de ética y de nobleza.
"Democracia real ya" está haciendo historia. A la vista está. Y lo mejor de todo es que los mass media han perdido buena parte de su poder. Ya no nos controlan ni nos manipulan como pensaban. Ya no sirve su silencio, ni su sordera, ni su ceguera. Tenemos en nuestras manos más herramientas que ellos. Y sabemos cómo utilizarlas.
Estamos ante el momento que todos deseamos así que no lo dejemos escapar y hagamos algo de verdad por cambiar toda esta farsa. La lucha pacífica ya ha empezado. Es algo realmente bonito de vivir. Es un momento grande; tanto, que me siento afortunado de poder presenciarlo. De ser contemporáneo de esta revuelta anónima y apolítica.
Amigos, me habéis hecho recobrar la energía y creer de nuevo en el (anti)sistema. Me siento orgulloso de todos vosotros. De los más de 20.000 españoles que se han echado a la calle y han alzado la voz de protesta. Y han callado en señal de protesta. Chapó. Podemos cambiar las normas del juego; estáis poniendo la primera piedra para construir una democracia real.
Enterremos para siempre aquella máxima de que “Algo tiene que cambiar para que todo siga igual”.
“a la mierda las instituciones / toda clase de gobiernos / de partidos / y de tradiciones” […] “si tú me das bueno, yo te doy bueno / si tú me das malo, no te doy ná”. La Mala
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A la gente de mi pueblo en general,
a mi familia y mis amigos en particular...
Si me dieran elegir diez momentos eróticos del siglo XX en los que me hubiera gustado estar presente, en primera fila, respondería, así a bote pronto, porque esto del erotismo tampoco es para pensárselo dos veces, sino más bien un impulso nervioso, animal y visceral, lo siguiente:
1.- Hacer de voyeur en una noche de lujuria entre Uma Thurman y Ethan Hawke.
2.- Presenciar en primera fila las escenas entre Paul Newman y Elizabeth Taylor en el rodaje de La gata sobre el tejado de zinc.
3.- Estar en el camerino durante una gira de los Sex Pistols con Sid Vicius y toda su tropa.
4.- Entrar en los vestuarios de la selección de fútbol de Portugal cuando se clasificaron, con gol de Cristiano Ronaldo, para el Mundial.
5.- Haber acompañado a Tamara de Lempicka en algunas de sus noches de sexo y alcohol a gogó por los antros parisinos.
6.- Recorrer el desierto con los tres personajes de El cielo protector, aunque la historia acabase como el rosario de la aurora.
7.- Haber pasado por casualidad, como el que no quiere la cosa y sin saber que era un rodaje, por el apartamento de Maria Schneider y Marlon Brandon en El último tango en París.
8.- Charlar en un bar oscuro con Anais Nin sobre sus aventuras amorosas.
9.- Asistir a las sesiones en el estudio de Lucien Freud cuando pintaba desnuda a Kate Moss embarazada de su hija.
10.- Ser el director del casting de dos películas: Rebelde sin causa y Un tranvía llamado deseo.