16 de noviembre de 2010

LOS NUEVOS ENTRENADORES: VILLAS-BOAS


Los focos y las cámaras de la Liga de las Estrellas, la de los campeones del mundo, la siesta y el pescaíto frito, apuntan a los banquillos de los estadios más que en la alfombra verde. El derby Barcelona-Madrid pasa esta temporada por un atractivo duelo entre Guardiola y Mourinho. Los misters acaparan, por primera vez en la historia, más titulares y atención que sus respectivas estrellas: Messi y Cristiano Ronaldo.

El catalán y el portugués representan dos maneras antagonicas de vivir el fútbol, y cada uno, a su manera, es el mejor. Están caldeando a la afición con sus intervenciones, con sus careos y sus rifirrafes. Guardiola, cada vez más histérico, intenta mantener su pose educada y comedida, algo desgastada en los últimos meses. Mourinho, por su parte, sigue entregado al circo mediático y sabe darle a cada uno lo que quiere: a la prensa, titulares; a los rivales, provocacion; y a sus jugadores, confianza.

Pero a los dos entrenadores más célebres del momento les ha salido un competidor en la vecina liga portuguesa que hace temblar los cimientos de su reinado: Villas-Boas. El entrenador del Oporto, con una trayectoria parecida a la de su cuasi mentor Mourinho (sin background futbolístico, empezó a entrenar por casualidad), cosecha a día de hoy los mejores resultados de todas las ligas europeas. En su primera temporada al frente de los dragoes, los números conquistados por los pupilos de Villas-Boas son de récord. Y al margen de sus dotes contrastadas de estratega en los terrenos de juego, Villas-Boxes, el entrenador más joven de la liga lusa, tiene un buen pintón; posee, como se suele decir, buena facha; es masculino, elegante y discreto; es atractivo, con buenos modales y mucho carácter; y parece un tipo sensible.

Villa-Boas representa esa nueva hornada de entrenadores (Quique Sánchez Flores, Joachim Low o Laudrup) con buena imagen, saber estar y charla civilizada, que se aleja de sus padres futbolísticos, chandaleros, con kilos de más y verborrea animal (tanto que parecían dirigir un rebaño de ovejas). El mundo del fútbol necesitaba de este relevo generacional para tratar de espantar de una vez los demonios retrógrados y bárbaros que acechan su reinado. Aunque no se acabe del todo con los tópicos, un buen lavado de imagen era más que necesario.

Villas-Boas personifica la otra verdad del fútbol contemporáneo, esa que sugiere que un fútbol mejor es posible. Porque el fútbol debe aspirar a ser un deporte de hombres… distinguidos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

El fútbol podrá aspirar a todo menos a ser distinguido. Es un universo asfixiante, parecido en machismo y malos modos al del toreo. Diría incluso que es peor... Nada más aburrido que escuchar a un futbolista/entrenador contarnos su visión del mundo (y los telediarios, por desgracia, les dedican muuuucho tiempo). Que ahora vistan de chaqueta, como ejecutivos millonarios, que es lo que son, me parece estupendo. Pero ahí no hay ni distinción, ni inteligencia ni nada de la nobleza originaria que todo deporte en equipo pueda tener. El fútbol es circo para las masas.

Anónimo dijo...

El fútbol es circo para las masas. Da igual que los entrenadores sean niños bien (como este Villas Boas) o guapos (como Guardiloa o Mouriño).

Teodora dijo...

guapo este Villas boas.