27 de noviembre de 2008

EL METRO Y LOS THYSSEN


Soy usuario habitual del metro; de hecho, el abono transporte (B1) que todos los meses adquiero religiosamente ocupa un lugar destacado en mi cartera. Lo utilizo básicamente para ir (y venir) al trabajo, para los desplazamientos lúdicos suelo coger taxis. (Así me va, claro. Oficialmente he dejado de ser pobre para estar en la ruina.) Lo llevo como mejor puedo y con el mínimo espacio que me dejan los millones de personas con las que comparto diariamente los modernos vagones de la línea 10. Me distraigo observando las caras anónimas, imaginando en qué trabajan, mirando lo que leen o tratando de acertar la comida que portan en sus taperwares de plástico. En el metro todos somos iguales a los ojos de dios: guapos y feos, altos y bajos, españoles o sudacas formamos parte del selecto club del B1. Como observación sociológica es infinitamente más verídico, interesante y entretenido que el coñazo del Gran Hermano.

Todos los días, no falla, me tropiezo en el metro con la misma incómoda realidad: alguna de las escaleras de la marca Thyssen-Krupp no funciona. ¿No les suena la marca? Efectivamente, el apellido es el mismo que heredó Tita antes de convertirse en baronesa. Los que frecuenten el metro saben perfectamente de lo que estoy hablando y podrán corroborar mis palabras.

El grupo Thyssen-Krupp, dedicado a las escaleras mecánicas, ascensores, pasillos rodantes..., es uno de los pilares sobre el que la noble familia alemana amasó su fortuna. Abastecen a todo el mundo; en España sin ir más lejos al mencionado metro o a todos los Cortes Ingleses, que no son pocos. Me resulta bastante extraño comprobar lo mal que funcionan, y después de largas elucubraciones (en la acepción de imaginar sin fundamento) en la soledad de mis viajes en metro, he consigo dar con una respuesta.

En la mayoría de las averías veo a los chicos del servicio técnico cambiando piezas, sustituyendo unas antiguas por otras nuevas, lo que supone que la empresa Thyssen-Krupp continúa produciendo, ingresando y comprando chagales. Teniendo en cuenta que estos inconvenientes no suceden con la misma frecuencia en las escaleras, por ejemplo, de El Corte Inglés, que soportan proporcionalmente la misma cantidad de tráfico humano, me hace que pensar en esa práctica tan extendida en el mundo capitalista: un mismo producto con dos gamas A y B, uno considerablemente más caro (A) que el otro (B). La gama A se fabrica con los mejores materiales y se le infla el precio final ya que todos los beneficios se sacan de una tajada. La B se produce con materiales de segunda que obligarán a la sucesiva revisión y compra de piezas, con lo que el coste se saca paulatinamente. Resultado: Corte Inglés tiene A y Metro de Madrid la B, mientras Thyssen-Krupp suma y sigue.

Permitan la comparación cotidiana para que me entiendan mejor: Los calcetines de Hackett cuestan 20 euros, con algodón bueno y refuerzo en el talón que es por donde primero se rompen, los del H&M 5; los primeros te duran fácilmente dos años, y los segundos 6 meses a lo sumo. ¿Hagan cuentas?

A mí me gustan mucho más los de Hackett, aunque prácticamente el 95% de mis compañeros de metro usan los de H&M. Ellos sabrán.

En fin, que para todas estas tonterías es para lo que te dan los viajes en metro.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Y los ascensores de mi curro son Thyssen. Feos y huelen mal. Mi novia estuvo retenida en un Thyssen más de 3 horas.

Los Thyssen fueran cómplices, conniventes y protectores de Hitler; los Thyssen fueran usurpadores (se han forrado) durante el III Reich.

Tita Thyssen es una chica de burdel (en términos metafóricos, claro está); simpática, eso si, y poderosa (el poder que da la pasta) pero una chica de burdel. Y sigue el cabaret berlinés.

En el metro de Madrid hay una alianza o unión entre Esperanza Aguirre y Tita Thyssen. La alianza del interés, la alianza del capital.

Lucky

Anónimo dijo...

que buen post.

Anónimo dijo...

Me encanta guapo!

EL HOMBRE DELGADO dijo...

Y si no recuerdo mal, a cambio del museo, bajo cuerda, se negoció que todas las obras públicas tuvieran escaleras y ascensores Thyssen.
Ah, el arte y el negocio.

Anónimo dijo...

Antes de hablar, informate un poco mejor, porque no tienes ni puta idea. (soy trabajador de Thyssen en la delegacion de Metro)