30 de mayo de 2012

ESTAMBUL

Jaime se levantó temprano, con ganas de disfrutar de uno de los mayores placeres que puede tener alguien que trabaja en una oficina para una empresa que no es la suya: el día que comienzan las vacaciones. Un inmenso e inefable placer se apoderó de todos sus músculos, que se destensaron y se relajaron de verdad, como si hubieran estado practicando una sofisticada técnica de relajación durante toda la noche. Una sensación de felicidad que rozaba la estupidez le produjo un intenso y plácido estado de embriaguez. Y una sonrisa dulce e inocente se dibujó de un solo trazo en su cara como señal externa de la agitación incontenible que venía de dentro. A Jaime le gustaba consolarse pensando que ninguno de los conocidos millonarios con los que había tratado últimamente sentiría jamás este tipo de emoción tan auténtica.


Con este traje de felicidad invisible se presentó Jaime en la T4 del aeropuerto de Madrid Barajas. Le encantaban los aeropuertos, le hacían sentirse joven y liviano. Especialmente la T4 de Madrid; le hipnotizan las dunas de bambú que configuran el techo, la alegre gama de colores y la acústica tan nítida y silenciosa de un espacio diáfano tan grande. Cada vez que pisaba este lugar, su cerebro le enviaba la misma mágica señal, la del lugar perfecto para comenzar una nueva aventura.


Se paró de golpe nada más atravesar la puerta de entrada y sintió como si el tiempo se detuviera. Recordó la última vez que había cogido un avión, las navidades pasadas, cuando la madre de su exnovia Cristina les invitó a un crucero por las Bahamas para pasar el año nuevo. Fundamental para romper el largo y frío invierno, como suelen decir ese tipo de personas que se permiten perseguir el sol y bañarse en el mar en cualquier estación del año. Aunque no era su ámbito y si fuese rico nunca hubiese elegido ese escenario, Jaime supo disfrutar, como de costumbre en él, al máximo de esas vacaciones impostadas e hizo disfrutar con su magnetismo a cuantos estaban a su lado. Jaime tenía ese don, ese atractivo personal de ser el centro de atención sin llamar la atención. Una simple cena con él podía ser un placer para los que le rodeaban.


 
Extracto del primer relato de "Cuentos incompletos", un libro de 8 cuentos sobre ciudades y viajes solo de ida que ya he terminado pero todavía no he dado a leer a nadie.

11 comentarios:

Le Petit Pilo dijo...

Cada vez creo más en la telepatía!

Que ganas de leer todos los relatos! El primer extracto me ha encantado...

Le Petit Pilo dijo...

Cada vez creo más en la telepatía!

Que ganas de leer todos los relatos! El primer extracto me ha encantado...

Bruna Zeller L.A. dijo...

Pintón también escritor?

Anónimo dijo...

pintón, estás imparable!!
fascinada me tienes...
ro

Zizi Carlos Jeanmarie dijo...

Este Pintón tiene múltiples talentos...

Anónimo dijo...

¡qué bueno! comparte más

Anónimo dijo...

De una vulgaridad insuperable...

Anónimo dijo...

Me gusta. Haces maravillas con la palabra, Pinton.

RimBy dijo...

que bonito, me encanta Pintón, no puedo esperar...

Anónimo dijo...

Empieza bien, quiero ver ese crucero; venga, segundo extracto!
Abrazo!!

Anónimo dijo...

Genial! avisa cuando salga...