Mi gran amiga y siempre bien informada (además de fuente de inspiración inagotable) Cecilia Gandarias (véase su blog pinchando aquí) me envió ayer estas dos instantáneas sobre la manifestación de los universitarios en la imposible Londres. Este imberbe y reivindicativo mozo es el hijo de David Gilmour de Pink Floyd y el abrigo que porta con tanto estilo es el mismo que tiene un servidor.
Tengo una relación de amor-odio con el pueblo inglés, capaz de ofrecer lo mejor y lo peor en un simple pestañeo. Mi rubia favorita quería ilustrarme el rollazo que pueden tener los ingleses cuando quieren y se ponen. Dejando a un lado a los hijos de la Gran Bretaña, el estilo de este chaval me ha hecho pensar en lo de “clase contra clase”, es decir, como si para bajar a las barricadas sólo se pudiera ser un desharrapado pies negros.
A pesar de que el listado que ofrezco a continuación puede caer en el esnobismo y, para algunos, en el pijerío más ridículo, no me achanto en la defensa de que ser un revolucionario, comunista, anarquista o terrorista no está reñido con la elegancia y el estilo. Es un prejuicio paleto que hay que superar para no caer en el cliché más formulario. Además, estoy convencido de que Cecilia apuntalará mis palabras.
MIUCCIA PRADA La todopoderosa propietaria de Prada formaba parte del Partido Comunista italiano mientras estudiaba Ciencias Políticas en Milán, y asistía a las manifas del Partido vestida de Yves Saint Laurent.
LUCHINO VISCONTI El gran esteta del cine italiano, vivió una temporada en París donde se paseaba hecho un pincel con los intelectuales de izquierdas, todos ellos militantes del Partido Comunista. Y de estas relaciones nació su conciencia social y su carácter reivindicativo.
LA DUQUESA ROJA La jefa de la Casa de Medina Sidonia, María Luisa Álvarez de Toledo, fue una mujer peculiar y una aristócrata de izquierdas; luchó contra Franco por lo acabó entre rejas en la cárcel de Alcalá, donde se distinguía de sus compañeras por su estilo.
JOSEP LLUÍS SERT Al sobrino de Missia Sert lo llevaba su chófer en Rolls Royce a las manifestaciones comunistas; pero el muy listo se apeaba unas calles antes para que no lo vieran. Eso sí, de punta en blanco de la cabeza a los pies.
JESSICA MITFORD La “oveja roja” de la legendaria saga de hermanas Mitford formó parte del Partido Comunista y participó, junto a su marido, activamente en actos radicales, como el fallido intento de evitar la ejecución del afroamericano Willie McGee.
Hay dos cosas de la vida moderna que me sacan especialmente de mis casillas, sin contar las arcadas que me provocan leer las noticias en los periódicos de España, pero eso es harina de otro costal:
Una, los cables. Vivo rodeado de cables: el de la batería de la blackberry, el portátil, el I-Pod, la cámara de fotos, etc., más todos los enchufes, que no son pocos, de las lámparas y electrodomésticos que hay en mi casa. Es un trajín cada vez que tengo que poner en marcha alguno de estos aparatos, además de flaco favor que le hacen a la armonía estética de mi hogar. Cuando ojeo las revistas, no veo cables por ningún lado, así que no entiendo porque en mi vida y en mi keli tienen que estar tan presentes.
Dos, los números pin. Ahora mismo tengo en marcha, así a bote pronto, entre doce y catorce números pin, desde la tarjeta de crédito a mi cuenta de PayPal. Muchos son el mismo, pero como cada servicio tiene sus propios criterios, a veces lo tengo que cambiar y aquí se arma el lío. Y la cosa no aminora, ya que cada vez que me doy de alta en algo, por absurdo que sea, tengo que pasar por el trámite del numerito.
Mientras algún lumbreras inventa una panacea que nos desligue del yugo tiránico de los cables y los pins, no estaría mal que el Congreso de los Diputados legalice de una vez por todas la marihuana y, de paso, pueda fumar tranquilo cada vez que me pongo de mala hostia porque se me ha olvidado un pin o no encuentro la batería del móvil. Lo digo por eso de que un clavo quita otro clavo.