14 de diciembre de 2009

LOS INSPECTORES DE MICHELIN


Todo gran actor aspira a conseguir un premio Oscar, y todo buen restaurante, su estrella Michelin. Los primeros los deciden los miembros de la Academia de Cine Americana, las codiciadas estrellas Michelin, los inspectores. ¿Pero qué sabemos de estos todopoderosos inspectores Michelin?

A finales del siglo XIX, los hermanos André y Édouard Michelin, responsables de una boyante empresa de neumáticos, crearon una guía de hoteles repartidos por la campiña francesa con la idea de fomentar los viajes en automóvil por todas las carreteras secundarias, y cómo no, que los neumáticos se gastaran a base de kilómetros. Esta fue la semilla que después daría su fruto, en 1933, con la guía de restaurantes más respetada a nivel mundial. En el prefacio de esta guía, André sentaba las bases y definiciones de las tres estrellas: Una, “muy buen restaurante en su género”, dos estrellas “excelente cocina, merece desviarse”, y tres estrellas “excepcional cocina, merece un viaje a propósito”.

Lo que realmente diferencia a los inspectores Michelin del resto de críticos gastronómicos es, además de la preparación, el anonimato. El código deontológico y de responsabilidad es rigurosísimo, hasta tal punto que ni familia ni amigos cercanos lo saben. No hablan con la prensa, no conceden entrevistas, y ni siquiera conocen personalmente a los responsables y editores de la guía. Gurús de carne y hueso sin rostro reconocible. No suelen pedir ensaladas ni sopas, suelen probar los platos nuevos más elaborados, y preguntan, para comprobar la preparación de los camareros, con astucia sobre los ingredientes y las técnicas de elaboración y los más antiguos y reconocidos se disfrazan con peluca, bigote y lunares postizos. Michelin ha puesto en marcha una web, famously anonymous (www.famouslyanonymous.com), para explicar al público americano el concepto de anónimo inspector.

Mientras el resto de críticos gastronómicos, como se veía en la maravillosa Ratatouille, alardean a cara descubierta de su poder y esperan un trato especial y privilegiado, los inspectores Michelin están camuflados bajo apariencia de corrientes comensales, sin alardes, pretensiones ni tarjetas de presentación; esta es la fórmula para conservar la autenticidad, veracidad y calidad de los mismos y de la Guía Michelin. Si bien es cierto, los inspectores más veteranos empiezan a ser reconocidos por muchos de los chefs, lo que ha obligado a los responsables de la Guía Michelin a ampliar y renovar su selecto equipo.

Yo que soy de naturaleza critica, discreto como una tumba, amante del buen comer, beber y del buen servicio, y que nunca he comido en un restaurante con estrella michelin, ¿alguien me podría recomendar como inspector Michelin o, al menos, decirme donde hay que echar el CV?

10 comentarios:

La Sultana dijo...

Me encanta este post. Siempre me han intrigado estos inspectores de la guía Michelin. Me apunto, Pinton.

Anónimo dijo...

instruidor.

Zizi Carlos Jeanmarie dijo...

Me encanta.

Lucy dijo...

Tengo que admitirlo: siempre ha sido mi sueño secreto ser inspectora de Michelin - pon una estrella, quita una estrella, pon ahora dos, retira todas. Me encantaría tener ese poder y a la vez zampar en los mejores restaurantes del mundo…
Presento CV.

Anónimo dijo...

me gusta.

Anónimo dijo...

Pintón,

Tendré en cuenta tus deseos para mi proyecto de "Guias Pilarín".

Anónimo dijo...

Hola, soy una inspectora de la vieja escuela. Los del mundillo me llaman la gorda porque siempre me lo como todo. Te tendré en cuenta si surge algo.Chao

chiquinho dijo...

Rocio Rein sería una inspectora de la hostia. Con lo bien que lo haría nuestra Davies; y además engordaría un poco, que falta le hace, la pobre que pasa un hambre auschwitziano.

Ly dijo...

Y que es esa judía Rocio Rein?la busco en google y sale nadie.

Anónimo dijo...

cariño, no será que no sabes teclear su nombre?. anda, presta atención, no desfallezcas y prueba otra vez