Esperando que se estrene en España el biopic sobre la célebre fotógrafa Diane Arbus, Fur–en referencia a Russeks, la tienda especializada en visones regentada por el padre de Diane en la Quinta Avenida de Nueva York– me adelanto a hablar de la misma para no deseperar en mi espera.
El filme, dirigido por.Steven Shainberg (director de Secretary), con guión de Erin Cressida Wilson, basado en el libro de Patricia Boswoth e interpretado por Nicole Kidman, inauguró el pasado 13 de octubre el Festival de Cine de Roma. No se trata de un biopic al uso, riguroso con la vida del personaje homenajeado, sino una aproximación imaginaria, como indica el subtítulo, An imaginary protrait of Diane Arbus. Precisamente por esta acercamiento ilusorio Shainberg y Wilson merecen todo el crédito, a pesar de las malas críticas que están recibiendo por parte de público y crítica.
La narración tiene lugar durante tres meses de 1958; Diane vive con su familia en un loft de Manhattan, donde junto a su marido, Allan, dirigen un estudio de fotografía. Fur se centra en un hecho ficticio en la vida de Diane Arbus, pero que perfectamente podía haber ocurrido: su relación con el vecino de arriba, Lionel (Robert Downey Jr.). Lionel padece una enfermendad hipertrófica por la que le crece el pelo por todas las partes de su cuerpo, incluida toda la cara. Este tipo de persona, que en un principio parece llevar una vida solitaria, le presenta a Diane la realidad no oficial de Nueva York, y como una flaneur descubre los rincones oscuros y miserables de la ciudad, sus pobladores maltrechos (enanos, travestis, drag-queen ...), y la vida oscura de la ciudad y la mente. Poco a poco se va alejando de su marido, sus hijos, sus padres y descubre su verdadero deseo y motivación de hacer arte, al mismo tiempo que la tensión sexual entre ella y Lionel va creciendo. “Fotografiar monstruos me entusiasmaba mucho, terminaba adorándolos”, explicó la propia Arbus.
Tengo mis reticencias con esta película, porque por muy buena actriz que sea Nicole no la veo en la piel de Diane, y a pesar de tener tablas en la interpretación de artistas atormentadas y suicidas, Virginia Wolf no se parece en nada a Daine Arbus. En cualquier caso los prejuicios no sirven para nada, así que hay que ir a verla.
Para concluir rescato una cita del excelente libro de Susan Sontag Sobre la fotografía al respecto de Diane Arbus, de la que soy un gran incondicional:
“Para Arbus, la cámara fotografía lo desconocido. Pero, ¿desconocido para quién?
Desconocido para alguien que está protegido, que ha sido educado en al mojigatería
y las reacciones prudentes. Como Nathanel West, otro artísta fascinado por los deformes
y mutilados, Arbus provenía de una acomodada familia judía verbalmente hábil,
compulsivamente saludable y propensa a la indignación para la cual los gustos sexuales
minoritarios estaban más allá del umbral de la conciencia y los riesgos eran despreciados
como extravagancia goyim.
http://trailers.picturehouse.com/fur/fur_trailer_480x272.mov
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