PSYCOPATHIA SEXUALIS

Richard von Krafft-Ebbing, psicólogo austriaco, publicó en 1886 un libro sobre las Psychopathia Sexualis de algunos de los pacientes que pasaron por su consulta vienesa. La edición que tengo (Editorial La Máscara) cuenta con prólogo de Luis García Berlanga en el que nos confiesa sus propias aficiones (les aseguro que no tiene desperdicio). Aquí os dejo una pequeña selección de los 69 casos -de los 238 casos originales- que recoge el libro y que el sexólogo austrohúngaro de ideas machistas y retrógadas (pensaba que el fetichismo y la homosexualidad se podían corregir a base de sesiones de faradización) sistematizó por primera vez en la historia. Sin ir más lejos, él fue quien definió y clasificó el masoquismo y el fetichismo. Bienvenidos al mundo real:

SADISMO SIMBÓLICO

Un hombre en Viena visitaba regularmente a varias prostitutas solo para enjabonarles la cara y luego quitarles las espuma con una navaja, como si las estuviese afeitando. Nunca les hizo daño, pero se excitaba sexualmente y eyaculaba durante la operación.

MASOQUISMO IDEAL

Z., de veintisiete años, artista, de fuerte constitución y aspecto agradable. Aunque se jactaba de sus hazañas sexuales, no era muy viril. A pesar de que se relacionaba con mujeres, siempre se limitaban a atenciones inocentes. Al tiempo era notable la atracción que sentía por las mujeres que eran displicentes con él. Desde los veinticinco años había notado que las mujeres, por muy feas que fuesen, siempre lo excitaban sexualmente cuando descubrían algo dominante en su carácter. Una palabra enojosa era suficiente para provocarle las erecciones más violentas. Así, un día que estaba en un café escuchó como la (fea) camarera regañaba y gritaba a los camareros. Esto le produjo una excitación sexual muy intensa que terminó en eyaculación. Desde ese momento Z. pedía a las mujeres con las que tenía relaciones sexuales que lo insultasen y los molestasen de diversas maneras.

FETICHISMO

J. comenzó a masturbarse a la edad de doce años. Desde entonces no podía ver un pañuelo de mujer sin tener un orgasmo y una eyaculación. Se veía irresistiblemente obligado a poseerlo. En aquel tiempo cantaba en el coro y utilizaba los pañuelos para masturbarse en la torre del campanario. Pero elegía únicamente pañuelos con orillas blancas y negras o líneas violetas. Más tarde se casó. Por regla general solo era potente cuando se enrollaba uno de tales pañuelos alrededor del pene. Con frecuencia prefería la cópula entre los muslos de la mujer, donde previamente ponía un pañuelo. Siempre llevaba varios pañuelos en los bolsillos cerca de los genitales.

TRAVESTISMO

K., de 45 años, zapatero y sin antecedentes familiares. Se le confiscaron más de trescientos artículos de couture femenina, entre ellos, además de camisones y bragas, gorros nocturnos, ligueros y una muñeca. Desde los trece años vivía esclavizado por el impulso de robar prendas de mujeres. De noche, al acostarse, se ponía la ropa robada y fantaseaba con hermosas mujeres, lo que le provocaba agradables sensaciones y la subsiguiente eyaculación. Nunca se desprendía de los artículos robados, sino que los ocultaba aquí y allá. Era incapaz de comprender la anormalidad de su condición y lo equivocado de sus actos.

BESTIALIDAD

En un pueblo de provincias un hombre fue sorprendido copulando con una gallina. Tenía treinta años y era de clase social alta. Las gallinas de la localidad se habían estado muriendo en extrañas circunstancias y la policía buscaba al causante.
A la pregunta del juez respecto a las razones de tal acto, el acusado dijo que sus genitales era tan pequeños que la cópula con mujeres le resultaba imposible.
El examen médico mostró que, en realidad, sus genitales eran sumamente pequeños. El examen mental mostró que era perfectamente normal.