24 de octubre de 2011
LA CASA DE CHLOE SEVIGNY
Lo que viene siendo ya una sección dentro de este rincón: sacar las fotos de la casa de algún celebrity que por alguna extraña razón me ha llamado la atención, o mejor dicho, me ha sorprendido (para bien o para mal, que más da) porque no me la esperaba así. Y como en la dos veces anteriores (con las de Bryan Ferry y John Waters) no voy a entrar en temas de decoración y tal, porque aunque el subtítulo de este portal proclama lo de hablar de todo sin saber de nada, ya solo me falta meterme en temas de interiorismo. En ese ruedo no pienso torear. Y en unas semanas, igual que los pares anteriores, sacaré a modo de cotejo la casa de otra it loquesea de Nueva York con más de dos décadas en la cumbre de lo moderno. Si alguien duda al respecto de la casa de la Sevigny, sí, claro que sí, es obra de un decorador de renombre, así que no intenten imitarla.
P.D.: Si alguien tiene info de esas dos fotos de Nico, que haga el favor de compratirla conmigo.
18 de octubre de 2011
ISLANDIA ROCKS
La sorpresa de este año de la feria de Libro de Frankfurt ha sido el pabellón del país invitado: Islandia. Comentaban los veteranos de guerra de la cita alemana que era el mejor pabellón de los últimos veinte años. Yo, en mis cuatro ediciones de feria, lo confirmó, por eso en lugar de hacer mi crónica habitual, paso directamente a hablar de los islandeses.
Sorprende ver como un país en bancarrota, de apenas 380.000 habitantes, tiene en nómina más de 180 editoriales. La Biblioteca Pública de Reikiavik es que la que más préstamos de libros por habitante hace al año (pregunta de la primera edición del Trivial Pursuit). El tiempo acompaña a la lectura, eso está claro, pero también en Alaska y las cifras no son comparables.
Islandia presentó un pabellón precioso, un bello homenaje a la lectura sin apenas libros. 32 islandeses de todas las edades leían en sus casas, delante de sus estanterías repletas de libros, envolviendo a los visitantes en una atmósfera silenciosa y mágica. Las lonas en las que se proyectaban los lectores estaban colocadas de manera oblicua, por lo que desde cualquier ángulo de la oscura sala tenías la extraña sensación de estar rodeado de gigantescos lectores. Las cabezas de los asistentes daban vueltas en todas las direcciones, como desconcertados o poseídos, sin saber bien dónde mirar. Una cafetería con mesas bajas, lámparas, cómodos sillones y alfombras invitaban a sentarse y hojear los libros que unos y otros dejaban encima de la mesa. Y en un lado, un pequeño escenario con instrumentos musicales (teclados, guitarras, violonchelo…) animaban a poner banda sonora a la lectura. Detrás de la cafetería, un salón con mesa corrida para una familia numerosa, con iluminación de lámparas de pie, y una enorme estantería, similar a la que aparecía en las proyecciones, recreaba una acogedora sala de lectura. Las paredes de esta parte del pabellón, donde se encontraban el salón y la cafetería islandés, estaban cubiertas por una lona, tan fina que casi parecía un wallpaper, de estanterías con libros.
No sé bien quién se ha encargado del diseño del pabellón, pero bien podría estar firmado por un big name del arte o el diseño, o por un pequeño estudio de Reikiavik. Es lo que tienen estos islandeses, que cuando se ponen, nos dan lecciones a todos.
El Pabellón de Islandia en Frankfurt from Cuello Blanco Magazine on Vimeo.
10 de octubre de 2011
FIN DE SEMANA EN LISBOA
Fin de semana inolvidable y privilegiado en Lisboa para celebrar el 40 cumpleaños del gran Jesús Martín. Los casi cincuenta invitados que veníamos, básicamente, de Madrid nos hospeados en Baixa House, el apartahotel que Jesús tiene en el centro de Lisboa y que con mimo, diligencia y esmero dirige María. La restauración del antiguo edificio de cinco plantas es obra del arquitecto portugués Jose Adriao.
Viernes por la tarde: El programa que con tanto cariño y sigilo confeccionó Jesús incluía un paseo por la ciudad hasta el mirador de Santa Lucía, cena en un restaurante-convento y una buena sesión de fado. Un servidor se saltó la cena y los fados para atender otros compromisos lisboetas. No se puede estar en todo, aunque a veces me gustaría.
Al día siguiente, después de un copioso desayuno con yogures naturales, bizcocho hecho en Baixa Hotel y pan recién horneado que nos dejaron en una bolsa colgada de la puerta, nos esperaba un autobus para llevarnos primero al Museo de Arte Antiguo, donde el amigo Anísio nos dio una clase maestra de los highlights del museo con performance incluida. A continuación nos fuimos al jardín botánico de Ajuda (como se llamaba nuestro apartamento, porque Jesús es paisajista-jardinero enamorado de Lisboa y le ha puesto a los apartamentos el nombre de jardines lisboetas). Un lugar de una belleza arrebatadora que da buena cuenta del maravilloso potencial de la ciudad.
Cruzamos el río camino de Almada para comer en la terraza de un restaurante, una especie de restaurante playero sin pretensiones, a la orilla del río y con la mejor vista imaginable de Lisboa. La cosa ya empezaba a ser de no creer.
Éramos muchos los que queríamos escapar de tanto plan programado y echarnos una siesta en el Baixa House. Cuando nos levantamos para ir camino del ferry, Jesús nos llamó para que nos fueramos en un barco-taxi que nos estaba esperando ahí mismo. Cojonudo, pensamos, así no tenemos que esperar. Y en la mitad del Tajo, el taxista se da media vuelta y nos conduce a un velero impresionante de principios del siglo XX, el Leao holandes. Un paseo soleado hasta casi el oceáno, aderezado con buen vino de Oporto. La cosa ya es de envidia, ¿no?
Y del barco, con una sonrisa dibujada como los niños pequeños que acaban de bajarse de una atracción de feria, disparados al hotel a disfrazarnos para la fiesta. Dresscode: Al-Andalus and British India. El desfile de todos los asistentes maqueados caminando por la calle fue la risa. Desde aquí les doy las gracias a los simpáticos diseñadores de From Lista with Love que nos suministraron turbantes a unos cuantos olvidadizos. Las caras atónitas y las medias sonrisas de toda la gente con la que nos cruzamos fueron constantes. Qué pena que nadie grabara un vídeo, sería lo más. Lugar de celebración: Casa do Alentejo. Recibimeinto en el patio y posterior cena. La sala donde cenamos, con toda la gente disfrazda, era impresionante. Parecía que estabamos en un película, pero no, era la vida misma.
La musa de Jesús y mi queridísma amiga Conceiçao (Conchita para los amigos españoles) en un momento de la fiesta en la que un servidor, como no puede ser de otra manera, tuvo el bien de cerrar.
Desde aquí y en nombre de todos, le doy las gracias a Jesús por el fin de semana que nos ha regalado. Si hubiera más hombres como él, el mundo sería un lugar más bello. Felicidades Jesús.
Viernes por la tarde: El programa que con tanto cariño y sigilo confeccionó Jesús incluía un paseo por la ciudad hasta el mirador de Santa Lucía, cena en un restaurante-convento y una buena sesión de fado. Un servidor se saltó la cena y los fados para atender otros compromisos lisboetas. No se puede estar en todo, aunque a veces me gustaría.
Al día siguiente, después de un copioso desayuno con yogures naturales, bizcocho hecho en Baixa Hotel y pan recién horneado que nos dejaron en una bolsa colgada de la puerta, nos esperaba un autobus para llevarnos primero al Museo de Arte Antiguo, donde el amigo Anísio nos dio una clase maestra de los highlights del museo con performance incluida. A continuación nos fuimos al jardín botánico de Ajuda (como se llamaba nuestro apartamento, porque Jesús es paisajista-jardinero enamorado de Lisboa y le ha puesto a los apartamentos el nombre de jardines lisboetas). Un lugar de una belleza arrebatadora que da buena cuenta del maravilloso potencial de la ciudad.
Cruzamos el río camino de Almada para comer en la terraza de un restaurante, una especie de restaurante playero sin pretensiones, a la orilla del río y con la mejor vista imaginable de Lisboa. La cosa ya empezaba a ser de no creer.
Éramos muchos los que queríamos escapar de tanto plan programado y echarnos una siesta en el Baixa House. Cuando nos levantamos para ir camino del ferry, Jesús nos llamó para que nos fueramos en un barco-taxi que nos estaba esperando ahí mismo. Cojonudo, pensamos, así no tenemos que esperar. Y en la mitad del Tajo, el taxista se da media vuelta y nos conduce a un velero impresionante de principios del siglo XX, el Leao holandes. Un paseo soleado hasta casi el oceáno, aderezado con buen vino de Oporto. La cosa ya es de envidia, ¿no?
Y del barco, con una sonrisa dibujada como los niños pequeños que acaban de bajarse de una atracción de feria, disparados al hotel a disfrazarnos para la fiesta. Dresscode: Al-Andalus and British India. El desfile de todos los asistentes maqueados caminando por la calle fue la risa. Desde aquí les doy las gracias a los simpáticos diseñadores de From Lista with Love que nos suministraron turbantes a unos cuantos olvidadizos. Las caras atónitas y las medias sonrisas de toda la gente con la que nos cruzamos fueron constantes. Qué pena que nadie grabara un vídeo, sería lo más. Lugar de celebración: Casa do Alentejo. Recibimeinto en el patio y posterior cena. La sala donde cenamos, con toda la gente disfrazda, era impresionante. Parecía que estabamos en un película, pero no, era la vida misma.
La musa de Jesús y mi queridísma amiga Conceiçao (Conchita para los amigos españoles) en un momento de la fiesta en la que un servidor, como no puede ser de otra manera, tuvo el bien de cerrar.
Desde aquí y en nombre de todos, le doy las gracias a Jesús por el fin de semana que nos ha regalado. Si hubiera más hombres como él, el mundo sería un lugar más bello. Felicidades Jesús.
3 de octubre de 2011
LA CASA DEL MAL GUSTO: JOHN WATERS
Hace unas semanas saqué las imagenes de la casa del Bryan Ferry, de estilo tan british. Y ahora me voy hasta el otro lado de la orilla del Atlántico para compararla con la de John Waters, el rey del mal gusto y del white trash. ¿Dos polos opuestos? Yo diría que no. Entonces, ¿en qué punto se encuentrían el inglés y el americano? Pues no lo tengo claro.
via whorange.net
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