28 de septiembre de 2009

"NIÑAS AL SALÓN", POR MARÍA VELA ZANETTI



Ha tenido que ser la voz más autorizada de este país en la materia, María Vela Zanetti, quien calle todas esas bocas malintencionadas y ponga orden en esta locura de debate nacional que se ha vivido en España en los últimos días. Comparto todas y cada una de sus palabras, y solo añadaría que soy fan de estas dos niñas. Publicado el 28/09/09 en su blog, Cuentahílos, en el diario El Mundo.

Éste era el título de una pícara obra de teatro que escribió en 1976 el ínclito Vizcaíno Casas, escritor humorístico 'simpatizante del Régimen', como se decía antes, pero que bien podría haber encabezado el ciclón de artículos ñoños y furibundos a raíz de la fotografía en la que aparece nuestro presidente, Jose Luis Rodríguez Zapatero, con su mujer, sus hijas y el matrimonio Obama.

Se va uno fuera apenas unos días y, cuando vuelves, ya está montado el follón por una inocua imagen en la que casi no se distingue a dos adolescentes vestidas de adolescentes, es decir, más tapadas que otra cosa, y tal vez equivocadas. Cualquiera que mire su etapa de pubertad recordará con horror lo difícil que era encontrar un estilo propio; lo absurdo de aquellas faldas escocesas con calcetines hasta la rodilla al estilo de los colegios católicos irlandeses, a los que buena parte de la clase alta española mandaba a sus criaturas a aprender inglés sin el riesgo de ser abducidas por el 'insano' clima de depravación del Swinging London. De Dublín vengo, y todo ha sido inútil; van semidesnudas por la calle.

Cualquiera que tenga ahora hijos en esas edades difíciles o se haya detenido a pensar en la ansiedad de un cuerpo en pleno desarrollo, con la consiguiente inseguridad que comporta, sabe que ésta es una época en la que el pudor extremo combate a brazo partido con el extremo exhibicionismo. ¿Qué querían, que fuesen en short, enseñando la tripa, pintadas como puertas de garaje y con wonderbra?

O mejor, ¿con un lady look superfashionista para dejar atónitos a los americanos y acarrearse la crítica de un pueblo que exige y necesita sobriedad? Tal vez la tercera vía hubiera sido infantilizarlas y vestirlas de zangolotinas con manguitas farol de piqué celeste y lazos, para después recabar su presencia con un 'niñas, al salón oval'.

Afortunadamente, los tiempos cambian y todo hace pensar que estas dos desconocidas, cuyos padres han tenido el buen criterio de no exponer al público, y de las que yo al menos desconozco hasta la edad y nombre, se vistieron ellas solitas de lo que les dio la gana, y por qué no, de transgresoras brujildas góticas con botazas Doc Martens o de monjas trapenses en plan heavy metal, tanto da.

El hecho es que, a pesar de lo que digan sus detractores, no existe un código indumentario para ciertas edades o para ciertos familiares de un presidente. Y eso está bien. Los chicos y chicas tienen casi el deber de disentir en todo de sus padres, y es mejor que lo hagan en asuntos estéticos y no éticos.

La verdad, me produce más inquietud ver a las hijas de Bush, remilgadas pero afectas al botellón, o a la dulce hija de Aznar, 'ideal de la muerte' pero compartiendo cubierta con un personaje tan turbio como Flavio Briatore, ¡calzado casi siempre con esas zapatillas en las que se puede leer 'FE'! Eso sí que da miedo.

22 de septiembre de 2009

VESTIDO Y DESNUDO: LEIGH BOWERY




Corrían los primeros ochenta cuando la juventud inglesa, todavía resacosa de la borrachera del punk, se reinventaba a sí misma dando lugar a un nuevo movimiento contracultural y callejero: los New Romantics. Una escena colorida y chillona que atrajo las miradas de medio mundo y que posteriormente sería imitada por numerosas tribus, desde los clubbers y los raveros de los noventa hasta los electroclash de principios de siglo.

Del elenco de celebridades que formaba esta escena artística (Vivienne Westwood, Marc Almond, Jean Paul Gaultier, los Duran Duran, Pierre et Gilles, Nick Knight, John Galliano o Boy George) destaca el menos conocido de todos: Leigh Bowery (Sunshine, Australia, 1961-Londres, 1996). Este personaje australiano regentaba en Londres el mítico club Taboo, donde se reunían todas las noches la plana mayor de la escena. A pesar de que ya en los años noventa sus performances de Dress-Up llamaron la atención de prestigiosas galerías de arte como Antony D´Offey o la Serpentine Gallery, Bowery ha pasado a la posteridad por aparecer como la cara y la cruz de la misma moneda. Por sus performances nocturnas en los míticos clubes de la época, en las que sorprendía al personal allí presente ataviado con sus mejores galas confeccionadas por él mismo (Westwood y Galliano le han rendido sinceros homenajes y han alabado la maestría y la importancia de sus patrones en la moda contemporánea), y por sus posados para Lucian Freud, desnudo y desprovisto de maquillaje y de sus extravagantes diseños.

Esas máscaras y todo el maquillaje bajo los que parapetaba su apariencia física no respondían únicamente a un hedonismo provocador y superficial. Bowery pretendía transmitir desde dentro la extrema libertad que no permitían los cánones de belleza tradicional. Y allí estaba el maestro Freud para desnudarlo y desvelar su liberación.

17 de septiembre de 2009

DIEZ HOMBRES QUE ME DAN ASCAZO


Mario Testino. Detrás de esa grimosa sonrisa de viejo verde se esconde algo que me da mal augurio hasta el punto de despertarme un instinto animal asesino.


Sánchez Dragó. Desde que me contaron que se le veía de vez en cuando ejerciendo de maestro de ceremonias leather por el Cooper de Madrid me ha salido una úlcera. No quiero ni seguir pensando en la película.


Rafael Amargo. Lo que hace me da vergüenza ajena, pero él mismo, su físico, su cara, su voz, su manera de hablar representa todo a lo que nunca me gustaría parecerme.


Jorge Javier Vázquez. Solo de pensar que me toque este tío vomito en alto del asco que me da. Y solo de pensar se cree que tiene estilo y alardea de casa bonita, me río en alto de la pena que me da.


Fernando Alonso. Siempre que veo su careto en la prensa, la tele... automáticamente tengo que mirar hacia otro lado y pensar en otra cosa. Me compensa por la satisfacción que me produce cada vez que tiene que abandonar una carrera.


Dolce & Gabbana. Esas caras de garrulos en potencia, ese bronceado, esos bañadores ajustados, esos amigos italianos, esas fiestas en el yate… ay, no sigo que me da bajonazo.

José M.ª Aznar. Cada vez que me acuerdo de esa foto de las Azores, de esa risa de borderline, de la boda de su hija, de su bigote canoso y de su tableta de chocolate, me avergüenzo de ser español y de que este tío haya sido ocho años presidente de Gobierno.


Anthony and the Johnsons. Su vocecita de marica afectada y suicida me revuelve las tripas y me dan ganas de abrirme las venas. Me gustaría que no formase parte de mi vida, pero desgraciadamente son muchas las casas de conocidos en las que suenan sus sufridos temas. ¿Qué he hecho yo para merecer esto?


Flavio Briatore. Cualquier persona con sentido común entenderá perfectamente por qué me produce tanto ascazo este ser.

13 de septiembre de 2009

CARTA DE EZRA POUND A SU HIJA



Cuando Mary tenía quince años su padre, el hombre que había aconsejado literariamente a Yeats y Eliot, le mandó una carta sobre cómo debía escribirse:

Ciao Cara,
Aprender a escribir es como aprender a jugar al tenis. No siempre puedes jugar un partido, tienes que practicar los golpes. Piensa: ¿en qué se diferenció ir al Lido de jugar al tenis? Me refiero de diferenciarse de cuando fuimos a jugar a Siena. Escríbelo. No para escribir una historia, sino para aclararlo.
Será muy LARGO. Cuando empiezas a escribir cuesta llenar una página. A medida que envejeces siempre te parece que hay muchísimo que escribir.
PIENSA: la casa de Venecia no se parece a NINGUNA OTRA casa. Venecia no se parece a ninguna otra ciudad. Imagina que tienes que explicarle a Kit Kat o incluso a un estadounidense CÓMO llegar a la casa de Venecia. Cómo reconocernos a ti y a mí saliendo para ir al Lido. Después de bajarse del tren, ¿cómo encuentra el número 252 de la calle Q?
¿Nos describes a nosotros o a Luigino llegando a la estación? ¿Él tiene dinero, nosotros tenemos dinero, cómo vamos?
Un novelista puede necesitar un capítulo entero para que su protagonista llegue del tren a la puerta de su casa. Si escribe bien, el capitulo hará posible, incluso garantizará, que Kit Kat encuentre la casa gracias a él.
Ciao.
PIENSA muy bien en todo esto antes de intentar escribir.

Extraído del libro La ciudad de los ángeles caídos, de John Berendt. Literatura Mondadori.

7 de septiembre de 2009

VACACIONES EN MILOS

Tuve una vez el deseo de ser una perversión,
imaginé otra identidad, en la que no era yo.
Y lo siento no he cambiado, y lo siento de verdad,
tantas veces imitando a los demás.

Amor de látex, caucho y goma,
vacaciones en Milos.
¿Qué prefieres mantequilla o Tulipán?